Casi que puedo verlo en las caras de todos los varones que asisten a nuestros talleres de equidad de género: “Con lo que sucede en mi casa no te metas”. Es evidente que nos encontramos en un contexto empresarial reflexionando (y cuestionando) los roles de género en el trabajo, en la planta, en la oficina, en las reuniones, etc. Sin embargo, ¿es posible separar lo que “sucede en la casa” de lo que “sucede en el trabajo”? Hmmm… creo que no. Como siempre nos enseñaron desde pequeños/as, los cambios comienzan en el hogar. ¡Analicémoslo!
En mi casa teníamos el privilegio de poder acceder a una empleada doméstica, por lo que mi madre tuvo la posibilidad de dedicar un tiempo adicional a su carrera profesional. Aún así, era claro que las tareas del hogar, cuando nuestra empleada no estaba, recaían esencialmente en ella. Para complicarle un poco las cosas, sus 3 hijos eran varones, por lo que no se esperaba que nuestra ayuda en las tareas del hogar sean demasiado activa. Aparentemente, nuestro futuro exigía que desarrollemos otras habilidades. Nunca había entendido por qué la gente se congraciaba con mi mamá cuando mencionaba que tenía 3 hijos varones. ¿Quizás una hija mujer la hubiese ayudado más con las tareas del hogar? De hecho, un estudio comprobó que los chicos de entre 15 y 19 años invierten media hora al día en los quehaceres; mientras que las chicas, en cambio, invierten 45 minutos. Tampoco pensé en esa época que las 3 empleadas que tuvimos durante mi niñez y adolescencia fueron mujeres (En Argentina, las mujeres representan más del 95% del sector). Este fue el contexto en el que crecí y el que la mayoría de las personas percibimos como “lo normal”. Cualquier situación que se no se condicionaba con esta “normalidad”, sería sujeto de controversias.
Varios años después (quizás demasiados), luego de meterme en el mundo de la diversidad e inclusión, comencé a atar cabos y logré conectar cómo esta realidad del hogar repercute en las oportunidades profesionales de las mujeres. Menos descanso, menos ocio, menos tranquilidad mental, pueden impactar negativamente en la productividad y rendimiento laboral. Si a esto le agregamos que ese “trabajo” doméstico es no remunerado, la desigualdad aumenta. En resumen, cuando las tareas de cuidado del hogar recaen esencialmente en un género, este género se va a ver en desventaja respecto del otro género. Casi en el instante que enfatizo esto, automáticamente surgen las mismas reacciones defensivas que se repiten una y otra vez en cada empresa, independientemente de la industria:
“Las cosas ya están cambiando”
¡Por supuesto que sí! Ahora bien, ¿en qué etapa de ese cambio nos encontramos? ¿Cambió el 10%, el 60%, el 100%? En Argentina las mujeres ocupan casi el doble del tiempo que los hombres en las tareas del hogar. Asumir que esta batalla ya se ha ganado, es ignorar el hecho de que aún existen grandes inequidades que tienen al hogar como el punto de partida.
“Yo sí ayudo en casa”
El mensaje subliminal de esta frase es: “A las mujeres les corresponde las tareas del hogar, por lo que cualquier cosa que yo haga en el hogar es una ayuda para las responsables de esto. Si yo ayudo, me merezco un reconocimiento”. La publicidad de Ayudín ironiza divinamente este mensaje:
Repensando nuestro rol en el hogar
El contexto actual de pandemia y cuarentena, ha puesto incluso más presión sobre los roles de género tradicionales, ya que el espacio laboral y doméstico se han entrelazado. ¿Será esta la oportunidad propicia para co-crear una “nueva normalidad” donde los varones asumamos la corresponsabilidad de crear un ambiente más equitativo para cada integrante del hogar? Yo creo que vale la pena comenzar a imaginarlo. Las siguientes acciones son ideas muy sencillas para comenzar:
- Toma la iniciativa: No esperes que tu pareja te pida ayuda, sino ofrece cuidado y apoyo de manera proactiva.
- Muestra tus emociones: Como cualquier ser humano, tienes derecho a expresar tus emociones, cualesquiera que sean: tristeza, vulnerabilidad, miedo, ansiedad. Esto sólo ayudará a tener mejores relaciones con el resto de los/as habitantes de tu hogar.
- Divide responsabilidades: Las tareas del hogar corresponde a la pareja en un 50% y 50%. Intenta realizar una tarea que nunca hiciste y recuerda que nadie nace sabiendo.
- Alienta a tu pareja: Hazla sentir confiada, dile que crees en ella y promueve a que tenga éxito. A veces solamente dedícate a escuchar y procura comprender.
- Habla con tus amigos: Anímate a tener conversaciones incómodas con tus amigos sobre las tareas del hogar. Cuestiona si alguien utiliza estereotipos sexistas.
- Considera los costos: ¿Has pensado en lo que pierdes por aferrarte a un rol tradicional de género? Es importante considerar los costos que esta distribución desigual de los roles de género en el hogar tienen en los varones. En el siguiente artículo me explayo al respecto.
Los varones tenemos un rol fundamental y en este caso, implica comenzar con nosotros mismos y en nuestros hogares. No perdamos la oportunidad de agregar una perspectiva de género en la cotidianeidad del hogar y atrevámonos a asumir nuevos roles. Esto implica ser muy valientes, pero por suerte, esto es algo que nos sobra
¿Cuál es tu compromiso para contribuir a una nueva normalidad en la distribución de roles de género en las tareas del hogar?
Por Marcelo Baudino
Experto en Diversidad, Equidad e Inclusión
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