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¿De qué sirve reconocer los privilegios?

¿Qué hay de aquellas personas que no son excluidas, discriminadas o estigmatizadas? ¿Qué ocurre con quienes no enfrentan una inequidad y cuál es su responsabilidad en promover una mayor inclusión? ¿Cuál es el rol de quienes han tenido la suerte de nacer bajo los estándares de normalidad vigente?

No existe un día en que no descubra alguna desigualdad marcada por los roles de género. Claro que siendo hombre, suelo encontrarme en el lado de los privilegiados. Pero mis privilegios no sólo son por ser hombre, sino también heterosexual, una persona cis, de clase media acomodada y sin ninguna discapacidad. Nadie niega que la vida de un hombre, blanco, cis, heterosexual, no pueda ser dura, pero sin duda no será más dura por ser hombre, blanco, cis y heterosexual. No se trata de mí a nivel personal, se trata de una construcción sobre la normalidad, y quienes no encajan en ella. Sin embargo, ¿cómo debería sentirme al saberme privilegiado? ¿Culpable? ¿Avergonzado? ¿Enojado? Mi nivel actual de consciencia sobre mis privilegios es más alto que nunca. ¿Es suficiente con ser consciente de mis privilegios?

El tema de privilegios ha alcanzado cierto auge en los últimos años, sin embargo, poco se ha avanzado hacia una sociedad más justa y equitativa. Al parecer, reconocer los propios privilegios no necesariamente lleva a un deseo de deshacerse de ellos. Pensémoslo con un poco de análisis crítico: ¿Por qué rechazaría un mediocre un trabajo obtenido a través de conexiones? ¿Dónde está la persona bella que, por mucho que desapruebe los estándares de belleza en abstracto, le gustaría ser más fea o que la sociedad no haga distinciones sobre la base de la apariencia? Si tuvieses la oportunidad de ir a una universidad privada en un auto que te regalaron tus padres, ¿lo rechazarías e irías a una universidad pública en bus solo para no utilizar tu privilegio? ¿Rechazarías la invitación a disertar en una conferencia simplemente porque la mayoría de los disertantes son hombres y te gustaría dejar lugar a alguna mujer?

El problema con el reconocimiento de los privilegios es que en muchas ocasiones, puede tener un efecto adverso: las personas que reconocen sus ventajas no ganadas de repente las perciben como mucho más valiosas (y por ende las cuidan más). A su vez, las personas que descubren que enfrentan obstáculos adicionales sólo por ser quienes son, quedan más desesperanzadas o desoladas. Desde sus inicios, los/as defensores/as del marco de privilegios han advertido sobre las limitaciones de sólo enfocarse en reconocer los propios privilegios. Ser conscientes, enfatizan, no es suficiente. Incluso es razonable pensar que si las injusticias sistémicas están en las mentes de todos/as, todo el tiempo, podría contribuir a aumentar las tensiones en las relaciones profesionales y sociales entre hombres y mujeres, blancos y negros, ricos y pobres, etc.

Si los privilegios me los asigna la sociedad, es poco realista pensar que mi acción individual de auto-consciencia podría cambiar lo que la sociedad me seguirá ofreciendo, por más que yo no lo quiera. Necesitamos soluciones colectivas. Esto es verdad no sólo en nuestra sociedad, sino también en las empresas donde trabajamos. Por esto necesitamos un enfoque integral e interseccional de la diversidad, diseñando acciones afirmativas que promuevan la equidad, es decir, reconociendo las desigualdades estructurales de partida.

¿Cómo están abordando el tema de privilegios en tu organización?

 

Por Marcelo Baudino
Experto en Diversidad, Equidad e Inclusión
Linkedin: https://ar.linkedin.com/in/marcelobaudino

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