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Cómo combatir el Síndrome de la Impostora

Recuerdo que en mi vida de universitaria hubo muchas pero muchas ocasiones en las que aún habiendo leído y estudiado todos los materiales obligatorios, y hasta incluso a veces los optativos, solía salir de rendir los exámenes con una sensación difusa que no me permitía arriesgar en decir cómo me había ido. Así, pasaban 2 o 3 semanas, y al llegar el resultado me sorprendía al recibir un 8, un 9 o inclusive un 10.

Cuando eso pasaba, lejos de autofelicitarme, mi pensamiento solía ser ‘’es que me tocó el tema más fácil’’ o ‘‘es que tuve suerte porque me corrigió el profe menos exigente’’, y cuestiones similares. Lo cierto es que esas calificaciones solían ser la norma y no la excepción, en otras palabras ese ‘éxito’ (o por lo menos el buen resultado) muy probablemente no hayan tenido que ver (al menos no únicamente) con la suerte, sino con el hecho de que me había preparado lo suficiente como para lograr esa nota. Pero la sensación de ‘no merecimiento’ estaba ahí, y me hacía buscar excusas o explicaciones por demás forzadas. ¿Les ha pasado algo así, en el estudio, en el deporte o quizás en el ámbito laboral?

Fue recién cuando escuché sobre el concepto del ‘Síndrome de la impostora’, que entendí que posiblemente eso era lo que me sucedía en aquellas situaciones. Pero empecemos por el principio, ¿qué es el síndrome de la impostora? Podemos decir que es aquella sensación de que lo que se ha conseguido no es merecido, no es fruto del esfuerzo, sino que se atribuye a factores externos como la suerte, y esto lleva a creer que lo que se consigue se le está arrebatando a alguien más, que sí lo merece (o más que una misma), por lo que nos hace ver como unas impostoras, de allí su nombre.

Esto es algo bastante estudiado, y que suele sucederle a muchas mujeres que han logrado posiciones de éxito en sus lugares de trabajo, quienes a pesar de haber conseguido buenas notas en los estudios, haber trabajado duro, haber liderado proyectos exitosos o haber alcanzado metas que justifiquen y demuestren su éxito, ellas sienten que no lo merecen. Esto puede provocar que estas mujeres experimenten una constante sensación de ansiedad por miedo a que el resto descubra que son impostoras.

Algo importante a tener en cuenta es que, si bien este síndrome no afecta de manera exclusiva a las mujeres, es mucho más frecuente en ellas (Calvard, 2018). Y como para superar situaciones o barreras, lo primero es reconocerlas, creo que es fundamental saber que esto sucede.

Suele decirse que el origen del síndrome de la impostora radica en una baja autoestima. Pero creo que adjudicar a un fenómeno social una categoría tan individual como aparenta ser esa, es por lo menos insuficiente. Me parece mucho más atinado pensarlo en clave social ¿Cómo nos socializamos las mujeres? ¿Qué nos sucede que si logramos el éxito o si somos buenas en lo que hacemos (por fuera de cuidar, cocinar y limpiar) no nos sentimos merecedoras, sentimos que estamos estafando a alguien, o que otra persona es quién en realidad debería estar ocupando ese lugar?

En línea con esto, aquí van 3 puntos que me parecen relevantes mencionar:

#1

La construcción social del género, aquellas expectativas que la sociedad impone a las personas en base al sexo, no se agota con desafiarlo y mostrarle al mundo que sí podemos lograr esas cosas no pensadas para nosotras, y el éxito como una de ellas; sino que una vez logrado, continúa pesando sobre nuestras espaldas.

#2

Por eso, es central contar con el apoyo de otras mujeres que posiblemente atraviesan o atravesaron las mismas barreras. Sororidad es también reconocer y felicitar el logro de las otras, como así también brindarles la seguridad que necesitan para animarse a ir por ello. Hace un tiempito una colega me contaba que tenía que hacer un proyecto y me decía que ella quería tomarlo pero que no se animaba y me preguntaba por alguien que pueda hacerlo, a lo que le respondí ‘‘¿Por qué buscarías a alguien más? ¡Estás sobradamente capacitada para hacerlo tú perfectamente!’’. Con esto quiero decir que ver y reconocer el valor de otras mujeres y animarlas a hacerlo por sí mismas, puede ser una buena forma de demostrarles que quienes estamos alrededor vemos y reconocemos su valor, que ellas pueden tomar ese lugar y que de hacerlo no se lo están quitando a nadie.

#3

Por último, si estás con ganas de asumir un nuevo desafío pero aún no te sientes completamente preparada, ten en cuenta que posiblemente la sensación de estar enteramente lista no la sientas nunca. Y recuerda también que seguramente para estar donde estás, hayas hecho el doble de esfuerzos que tu par varón, por ende ¡Créetela! Que tienes sobrado mérito por haber llegado hasta acá y ¡Anímate a ir por más!

 

Por Daniela Mariana Chávez
Lic. en Sociología. Líder de proyectos DEI
LinkedIn: Daniela Mariana Chavez (ella)

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One Reply to “Cómo combatir el Síndrome de la Impostora”

  1. Lilyán de la Vega says: septiembre 20, 2023 at 7:45 pm

    Sororidad para acabar con el síndrome de la impostora. ¡Me encanta, Dani! Gracias por ese insight.

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