En uno de los Círculos de Diversidad que hicimos el año pasado, en un espacio de confianza y mucho respeto, uno de los participantes contó que a principios de año, su madre había tenido un accidente y necesitó operarse de urgencia. Él, que es responsable de sector y también de ella, sintió el deber de estar a su lado. En ese momento no lo dudó, dio aviso a su superior de que no estaría operativo por los siguientes días, ya que su madre lo necesitaba, y acudió a la clínica. Ese mismo día, a las 8pm es decir, pos horario laboral, su jefe lo estaba llamando para pedirle un informe, aduciendo que era de extrema urgencia. Parece imposible, pero es real.
Mientras él lo contaba, en este círculo de confianza, en primera persona, pudimos observar lo defraudado que se había sentido. Y allí se abrieron algunas reflexiones ¿Quién es responsable de que esto suceda: El jefe por su mala gestión, la empresa por dar lugar a este tipo de liderazgo, el propio empleado por haber permitido que desde la empresa avasallen de esta manera su subjetividad? O quizás un poco de todo ello.
Me parece importante, a partir de esta anécdota, traer a la mesa un tema con el que convivimos, que está todo el tiempo ahí y sin embargo del cual no se habla lo suficiente, no se problematiza, no se cuestiona y es el tema de CUIDADOS.
Se suele pensar que los cuidados forman parte de la esfera privada de la vida de las personas, y, bajo esa premisa, la compañía se desliga, en cuanto pueda, de toda responsabilidad. Sin embargo, ¿Es posible separar la esfera laboral de la personal? Pensar que sí, implicaría no estar contemplando a las personas de forma integral, sino como partes estancas. Y entendiendo que hoy, quizás más que nunca, debemos poner a las personas en el centro, me parece fundamental no perder del radar un tema tan importante, y tan necesario, como es el tema de cuidados. Y desde ya que, si tu empresa tiene en agenda la equidad de género, el tema de cuidados es uno insoslayable.
Poner en el centro a las personas:
Implica no esperar que funcionen como máquinas, conocer sus particularidades y en tal sentido empezar a preguntarnos ¿Quiénes, de nuestra gente, cuidan a otras personas? Si pensamos en esto, seguramente nuestro cerebro se remita casi automáticamente a las infancias y sí, claro que esto posiblemente abarque la mayor parte de ello; pero también resulta útil complementar el análisis incorporando otras nociones: ¿Sabemos cuántas personas de nuestra organización cuidan de sus padres/madres/hermanes dependientes? ¿Cuántas personas tienen hijes con discapacidad?
Si tenemos en cuenta que, según diversos estudios, la amplia mayoría de personas dependientes son cuidadas por un familiar, muy posiblemente tengamos personal que estén realizando esta tarea.
A propósito de esto, el otro día, un colega que vive con su hermano con discapacidad y usuario de silla de ruedas, escuché cómo le decía con mucha templanza: ‘Tuve un día agotador en el trabajo Juan, te pido que te quedes quieto y dejes la traba puesta, si no a la noche ya no voy a tener energías para poder bañarte…’ En ese momento, tanto yo como otras personas que compartían el espacio y también lo escucharon, nos quedamos mirando, pensando, reflexionando…
Cuidar es una ENORME tarea que, sin el soporte del entorno, puede convertirse en una carga mucho más pesada aún. Como empleadores/as ¿Les estamos brindando apoyo suficiente? ¿Sabemos qué necesitan? Si entendemos la complejidad que caracteriza a las personas, estos datos no los podemos obviar. De ahí, podrá devenir la necesaria pregunta ¿Qué más está a nuestro alcance? ¿De qué manera podemos facilitarles la vida? ¿Será tiempo de revisar y mejorar nuestras políticas de cuidado?
Cuidar la equidad de género:
Considerando que la tarea de cuidar, producto de la construcción social de los géneros y la división sexual del trabajo, recae principalmente en las mujeres, lo que suele poner obstáculos adicionales a su plena realización profesional, y teniendo en cuenta a su vez, que la corresponsabilidad contribuye al bienestar general, ¿De qué manera estamos propiciando desde la organización, culturas de equidad que promuevan realmente el bienestar social? ¿Qué tipo de licencias de parentalidad estamos dando? ¿Tenemos otras políticas de cuidado? ¿De qué manera promovemos que las personas cuiden más allá de su género? Porque… ¿Puede haber bienestar sin equidad? ¿Puede haber bienestar si no damos la misma oportunidad para que las mujeres puedan llegar, y si no fomentamos que nuestros varones inauguren una nueva masculinidad más activa en torno a los cuidados?
Imaginemos por un momento, qué lindo sería poder afirmar ‘En mi organización no solo otorgamos el derecho a todas las personas de CUIDAR y ser cuidadas, sino que generamos una cultura en la que promovemos y celebramos a nuestros VARONES CUIDADORES, contribuyendo a la equidad de género’.
Contribuir a un mundo libre de violencias
Por último pero no menos importante, ¿Qué pasaría si te digo que fomentando la corresponsabilidad del cuidado estamos contribuyendo no solo a la equidad, sino también a un mundo libre de violencias? Pues sí, promoviendo la socialización de varones presentes que promuevan vínculos sanos entre padres e hijes, varones corresponsables en sus hogares, varones que cuidan de otras personas, varones amorosos, estaremos creando masculinidades no violentas, cambiando el curso de la historia. Y concateno esto último, no de forma circunstancial, sino porque siguiendo al sociólogo y sexólogo Erick Pescador (Sociólogo, sexólogo. Especialista en Masculinidades, Igualdad y prevención de violencia): Hay evidencia de que existe una correlación entre las masculinidades que ejercen violencia de género, y el tema de cuidados. En sus palabras ‘La vacuna perfecta sobre la violencia de género, son los cuidados: Una paternidad presente y corresponsable aprendida desde la infancia y desarrollada durante todo el ciclo de vida y justo previo al nacimiento del bebé, es la mejor forma de saber que ese varón no va a ejercer violencia de género’.
Entonces ¿Qué mejor que generar espacios que fomenten paternidades presentes, corresponsables en los cuidados, varones no violentos?
Cerrando y esperando haber motivado alguna reflexión, ‘Poner en el centro a las personas’, sin considerar y ocuparnos del tema de cuidados y la corresponsabilidad, es una misión imposible. Si queremos cuidar realmente a nuestra gente, debemos dar la importancia que merecen los cuidados, debemos poner el tema sobre la mesa, debemos asegurarnos de que las personas que cuidan de otras, cuenten con la tranquilidad de que la estructura organizacional de la que forman parte, está a la altura de acompañarlas y cuidarlas como personas, y como cuidadoras. Asimismo, será importante trabajar fuertemente para que esta tarea no recaiga únicamente en las mujeres, y para ello será central no solo dar el espacio para cuidar, sino a la vez, fomentar que los varones también se involucren en esta cuestión, entendiendo también que de este modo estaremos contribuyendo asimismo a generar masculinidades no violentas en el futuro, y habremos propiciado un cambio radical en el curso de la historia.
Y en tu organización, ¿están contemplando y trabajando el tema de Cuidados?
Por Daniela Mariana Chávez
Lic. en Sociología. Líder de proyectos DEI
LinkedIn: Daniela Mariana Chavez (ella)