Mi largo proceso de deconstrucción ha atravesado diferentes etapas. Desde mi punto de vista, etapas necesarias para aprender a dejar de discriminar desde las palabras, los gestos, o acciones. Haber nacido en una sociedad cargada de estereotipos que sostienen desigualdades de por sí estructurales, me convierte inevitablemente en un agente de transmisión de esas mismas desigualdades. Así es; actuar en piloto automático discrimina.
Como puedes imaginarte, salir del piloto automático, no es sencillo. Exige paciencia y humildad, pero por sobre todo, un compromiso profundo con la justicia, la igualdad y el respeto hacia todas las identidades. Si bien el proceso es interminable para quien inicia su deconstrucción ya de adulto/a, he podido identificar 4 etapas bastante claras que he atravesado. Las primeras 2 exigen necesariamente la participación de otras personas ya deconstruídas. En otras palabras, no es posible deconstruirse sin un acompañamiento colectivo. Espero que les sirva de inspiración para transitar su propio camino:
Etapa 1. El piloto automático
La gran mayoría de mis comentarios o gestos estigmatizantes estaban totalmente naturalizados o normalizados. Esto básicamente quiere decir que no era consciente de que estaba discriminando a través de mis acciones. Era tan solo el sentido común. Por lo tanto, si alguien me lo mencionaba, por lo general reaccionaba a la defensiva. El indicio de que había iniciado mi proceso de deconstrucción era precisamente que luego, no se exactamente por qué, y de manera individual, me ponía a reflexionar sobre el evento. Comenzaba a analizar el punto de vista de la otra persona y mi respuesta. Este ejercicio de reflexión e introspección fue clave. No se trataba de que yo era una mala persona por haber discriminado, se trataba de identificar cuáles comportamientos podrían haber promovido una desigualdad.
Etapa 2. Las disculpas
Similar a la etapa anterior, aún continuaban las conductas y comentarios discriminatorios, pero con la salvedad que cuando alguien me lo hacía notar (generalmente alguien de mucha confianza), esta vez lo reconocía, no reaccionaba a la defensiva, y a veces hasta ensayaba un intento de disculpas. En esta etapa la clave es aprender a disculparse, sin desligarse de la responsabilidad, y comprometiéndose a un cambio. Disculparse sana. Disculparse exige muchísima valentía.
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Etapa 3. La auto-escucha
En algún momento, comenzamos a escucharnos. Una frase sexista, machista, racista, clasista o lo que sea, ya no nos es “normal”. Con el tiempo y con un compromiso genuino de dejar de perpetuar las desigualdades existentes a través de nuestros actos, comenzamos a darnos cuenta. Reconocemos casi inmediatamente que tal o cual comentario estuvo fuera de lugar. Aquí ya sabemos disculparnos, y anticiparnos al “regaño” de otras personas, hace parte de la disculpa misma, y del crecimiento personal.
Etapa 4. La anticipación
Eventualmente, y con mucha práctica, aprendemos a anticiparnos a los potenciales comentarios excluyentes. Si los reconocemos antes de que salgan a la luz, podremos reflexionar, revisarlos, y eventualmente eliminar el tema de raíz, siendo libres de decir lo que realmente queremos decir, y no simplemente replicar estereotipos limitantes.
Como cualquier modelo que simplifique la realidad, y más cuando hablamos de seres humanos, estas 4 etapas son flexibles, dinámicas y fluctuantes. El proceso de desconstrucción es permanente. Si en un grupo, en un equipo, o en una empresa, creamos consciencia de las 4 etapas, las integramos a las conversaciones cotidianas, podremos crear una cultura donde entre todas las personas nos apoyemos mutuamente a crear espacios libres de discriminación y exclusión.
¿En qué etapa te encuentras tú?
Por Marcelo Baudino
Experto en Diversidad, Equidad e Inclusión. Linkedin: https://ar.linkedin.com/in/marcelobaudino
